SOLEÁ MORENTE
Madrid, 25 de febrero de 2016. Sala Joy Eslava
El nuevo trabajo de la mediana de las Morente consigue fusionar música tradicional con indie-rock de manera sólida y respetuosa, con una capacidad de experimentación única, heredada del gran Enrique Morente.Impulsados esta carta de presentación y una gran expectación acudimos a la presentación del álbum de Soleá Morente “Tendrá que haber un camino” (El Volcán Música, 2015).
Sola en el escenario, iluminada por un solemne foco, Soleá comenzó la noche emocionando al público que abarrotaba la sala con una sentida interpretación de “Yo escucho los cantos”, el magnífico y triste poema de Machado que también abre el LP. Acompañada por un reparto de enormes músicos, rematado con Antonio Arias (Lagartija Nick) a la guitarra, la granadina repasó, manteniendo el orden de las canciones, la historia contada en “Tendrá que haber un camino”.
Las preciosas letras populares y la mezcla de estilos construyen un camino, un viaje de sentimientos enfrentados que nos trasladó, sin pausa, desde la conmovedora “Nochecita Sanjuanera” hasta el divertido fandango “Arrímate”, cantado a dúo con Lagartija, pasando por la potente sevillana “Están bailando”. La interpretación de cada tema en directo se acerca a lo grabado, si bien, cada uno de ellos toma vida propia gracias al talento de Soleá para transmitir y fusionar música tradicional con elementos rockeros. Sin apártanos del camino, la voz habituada al cante de Soleá nos guio a través de la sentida e intensa “Oración” y a la guitarra española la Morente nos habló de amor y de muerte en “Vampiro” y “Eso nunca lo diré”, una falsa granaína.
La influencias constantes del “Omega” de Enrique Morente y los trabajos previos con Los Evangelistas se hicieron más presentes en el último tramo del camino, así, “Esta no es manera de decir adiós” (celebrada versión de su padre del “Hey, that’s no way to say goodbye” de Cohen), “Encuentro” (de sus colaboraciones con Evangelistas) y “Todavía”, con su tío Montoyita a la española, generaron el momento más conmovedor y apasionante del concierto. Sin embargo, en los bises, parada final del camino nos esperaba una gran sorpresa.
De nuevo como durante toda la noche, un sube y baja de emociones: primero, sola en el escenario, manos al teclado, Soleá Morente interpretaba llena de pasión la conmovedora “Palabras para Julia”, canción de Paco Ibáñez sobre el poema de José Agustín Goytisolo; después, el contraste, la fiesta cercana al disco de “Tonto” a la que se incorporan su hermana Estrella Morente, su madre Aurora Carbonell y el gran Tomasito, que no dudó en arrancarse un baile, cerrando una noche que tardaremos mucho tiempo en olvidar.
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