CORREOS. CRUZAR EL RUBICÓN
Albacete, 12 de febrero de 2016. Sala Caribou
Cruzar el Rubicón es una expresión que utilizamos para decir que alguien ha dado un paso adelante corriendo riesgos y sin poder volver atrás, y, definitivamente, Correos han cruzado ese punto de no retorno con su disco “Seres” (Warner, 2015).
La gira de presentación de su último álbum, que lleva casi un año y que ha pasado por los grandes festivales del 2015 (Arenal Sound, Contempopránea, SOS, SanSan, Sonorama…), llegaba a Albacete de la mano de Girando Por Salas y con ganas de darlo todo a pesar de los contratiempos. El principal contratiempo (aunque al final no lo fue para el grupo) lo encontramos en el público de Albacete que, siendo generoso, diremos que fue escaso. Últimamente he oído la frase “Recuerdo cuando en Albacete no había buenos conciertos...”, esperemos no tener que volver a oírla. Y de ello ya se encargan salas como Caribou que nos hace llegar semanalmente nuestra dosis como hacía tiempo no sucedía.
Correos nos descargó todo su power-pop en apenas una hora en la que pudimos escuchar casi todo su último álbum, alguna píldoras de Esponjas para borrar el horizonte (Warner, 2013) y un tema de su álbum debut, No es lo que parece (Produlam Records, 2010). Y aunque venían con la baja de la última incorporación a la segunda guitarra, Mikel Antero, sonaron como si estuviese presente, y sobre todo al estilo clásico: guitarra, bajo y batería y mucho corazón.
Y La voz empezó a sonar con su sombría introducción, canción de su último disco que empezaba a marcar el sonido que esperábamos del grupo donostiarra. Guitarras duras acompañadas de sonidos electrónicos que enlazaban con Eternos y su estribillo mucho más adecuado para una pista de baile. Y así fue ya que Fermín Bouza, frontman del grupo, bajó al centro de la pista consiguiendo llenarla con sus bailes y saltos.
Sin respiro empezaron a sonar las guitarras de Rubicón, gran declaración de intenciones de los donostiarras, “…Somos el martillo y somos las pisadas…”, dice en su primera frase y así suena: fuerte y directo. Gran ritmo el creado por el bajista, Luis del Campo, y el batería, Asier Mozo, que permite los cambios de tempo que lo convierten en un pelotazo, y en directo todavía más contundente.
De nuevo Luis del Campo, con su bajo distorsionado, y Asier Mozo, destrozando la batería, crean el ambiente turbio para iniciar No creas las promesas, aprovechado para que Fermín intente arreglar sus problemas con la guitarra. Despojada de ésta, empieza una dura recriminación/deseo hacia nuestra sociedad que nos golpea con (su ya arreglada) guitarra que se clava en nuestra conciencia. Para sacarnos del pozo aparece la voz más melódica en Jóvenes, que, cual himno religioso, nos invita a cantar en su estribillo acompañando a un Fermín que intenta que los allí presentes participen como si se tratase de una autentica plegaria coreada entre sus feligreses.
Pánico y El fin del mundo se unen, al igual que aparecen en el álbum, en una temática de carpe diem/juicio final que nos incita a bailar la primera, en un ambiente más tropical, acompañados por la camisa hawaiana del bajista, y a rezar la segunda, mucho más acorde a su sonido poderoso. Y sí es verdad la profecía que menciona el estribillo ( …”Así es como suena el fin del mundo...”) nos alegrará que así sea y estemos allí, hallelujah.
Y sin darnos cuenta sacan a pasear su Animal salvaje procedente de su segundo larga duración, Esponjas para borrar el horizonte, canción que ya puso en pie, nada más y nada menos que, a toda la Plaza del Trigo en Aranda de Duero en 2014. Y le damos la razón: clara y contundente. Y continuando en plan salvaje, Todo el mundo necesita un corazón (salvaje) que mantiene el ritmo melódico de algunas de las canciones de este álbum.
Como el verano y Canción de cuna cierran el setlist antes del descanso en las que encontramos el tema del amor desde dos puntos de vista y desde dos ritmos distintos. La primera acompañada de un chupito con el que brindo toda la sala (a cargo de la casa) para tragar el amargo sabor del desamor, y la segunda cerrando con guitarras atronadoras un concierto que empezaba a saber a poco.
Tras el mínimo descanso llegan Calles llenas de gente vacía y Aspirantes ambas de su segundo larga duración y más lineales que sus nuevas grabaciones, tanto musicalmente como vocalmente. Para reengancharnos al ambiente creado en la primera parte sonó Marte, que en su versión de estudio está acompañada por el insigne Drogas, y que con genial bajo y potente batería mantiene el ritmo que es duramente rasgado con guitarras distorsionadas en los momentos álgidos.
Snobs serviría para cerrar la noche con su crítica a los que saben demasiado. Su velocidad endiablada y su estribillo sencillo nos muestran el power-pop que caracteriza a la banda de Donosti y que ha conseguido llenar, ella sola con su música, la Sala Caribou por esta noche.
Visto lo visto debemos dar gracias a que Correos se hayan atrevido a cruzar el Rubicón y esperemos que, como Julio Cesar, se queden allí durante mucho tiempo.
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