REBELDE SIN CAUSA

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La juventud tomó el volante en Estados Unidos y James Dean fue el primero en anunciarlo. Una nueva generación pedía paso y los mastodontes del sistema nada iban a poder hacer para impedirlo. “Rebelde sin causa” es el icono de la actitud desafiante ante las normas establecidas. Tenían la eterna juventud por bandera, pero esta solo se consigue de una forma: muriéndose.

Jim Stark (James Dean) es un estudiante que acostumbra a verse envuelto en peleas, por lo que sus padres tienen que mudarse constantemente. Cuando la familia llega a Los Ángeles, Jim se enamora de Judy (Natalie Wood), aunque en un primer momento no tienen una buena relación. En el instituto  conoce Platón (Sal Mineo), un niño rico trastornado por la soledad que sufre. El joven no tarda en meterse en problemas, pero esta vez las consecuencias serán catastróficas: Buzz (Corey Allen), un compañero de instituto, muere tras caer con el coche por un acantilado.

Sinceramente, no es una gran obra de arte. La importancia del filme no está en tener un elaborado guion o unas magníficas actuaciones. La importancia está en lo que es capaz de criticar, en lo que significó (y significa) y en el icono en el que se convirtió. Únicamente habían pasado diez años desde la guerra, los mastodontes que se aferraban a la política desde principios de siglo todavía gobernaban y el “american way of life” estaba en pleno apogeo. La juventud prácticamente debía pedir perdón por existir y ser un gasto para el Estado; era mejor mandarlos a Vietnam y ya montarían los trozos de los que volvieran. Los jóvenes no se podían quejar de nada, tenían todos los caprichos que necesitaban, podían estudiar, no habían pasado las penurias de una guerra. Todo queda retratado en el filme: sobre el papel lo tienen todo, son rebeldes sin causa; pero, realmente, sufren un vacío provocado por la inexistencia social (¡Que se escondan en una madriguera hasta que puedan contribuir con trincheras o billeteras), son rebeldes con causa.

Pongámonos serios un instante; antes de hablar del Dean icono, hablemos del Dean actor. Su actuación es mala. Histriónica. Fue el único de los protagonistas no nominado a los Óscar, pero sería impensable que hoy hablásemos de la película si no fuera por James Dean. No existe un mayor exponente de la revolución juvenil que vendría en años venideros. En diez minutos la película enseña la salida de la madriguera de la juventud a través de Dean. Primero, esconde su edad bajo trajes y chaquetas impropias de alguien que va al instituto, pero entre navajazo y navajazo…, ahí está la camiseta blanca y la chaqueta roja (un fuerte aplauso a todos los modernos que se creen que inventaron lo de abrocharse la chaqueta solo medio palmo). La reivindicación estaba hecha, faltaba convertirse en icono y el 30 de septiembre de 1955 lo consiguió, murió en un accidente de tráfico a los 24 años. James Dean se pudrió, pero nunca se arrugó.

rebelde 01 pop rock indie cineHay un personaje con el que por mucho que lo intento no empatizo, Judy (Natalie Wood). Es la tipa más soberbia y maleducada que te puedes echar a la cara. Por mucho que luego se intente redimir no lo consigue. Un breve inciso, me encanta que en menos de veinticuatro horas le dé tiempo a ver como se muere su novio y a echarse uno nuevo. Este surrealismo solo es superado por Jim presentándola a sus padres en la última escena. Si odio tanto a Judy es porque Wood la interpreta muy bien. Es la más creíble, quizás porque era la única que estaba en edad escolar, 16 añitos tenía cuando se rodó. Lo hace tan bien siendo una cabrona en la primera parte del largometraje que luego cuesta perdonarla. La tragedia persiguió a los protagonistas y se ahogó el 20 de noviembre de 1981. Dos de tres.

Completamos el trío (sí, va con segundas, Sal Mineo fue asesinado el 12 de febrero de 1976) con Platón. El verdadero protagonista. Sufre como nadie y siente como nadie. Este cóctel solo podía acabar mal para él, mala época para ser Platón; si hubiera nacido treinta años después su apodo sería Duckie y tendría al lado a Molly Ringwald, pero no todo es color de rosa. La actuación de Mineo es lo mejor que tiene la película a nivel artístico. Todo el mundo se dio cuenta de su hazaña, llegó a la gala de los Óscar convencido de que saldría con una estatuilla que finalmente se fue con el bueno de Lemmon (imposible no alegrarse).

Vale, ha quedado claro: las actuaciones no pasarán a la historia, ni se trata del guion más elaborado. Pero, ¿quién se atreve a decir que no es historia del cine?, ¿qué no es de las mejores películas que ha parido Hollywood? Han pasado sesenta años y todavía se sigue hablando de la influencia que ha tenido, de lo que representan los personajes, del contexto histórico en el que sucede. Más de medio siglo y lo que queda por hablar de “Rebelde sin causa”. Casi mil palabras tiene esta entrada y el tintero todavía está lleno: ahí queda la relación homoerótica de Jim y Platón o el complejo de Electra de Judy.

rebelde 02 pop rock indie cineHollywood ya había intentado hablar de la juventud en “¡Salvaje!” (1954) con Marlon Brando de protagonista (algo me dice que Dean vio su actuación). Aún así, tuvo que llegar el alcohólico y drogadicto de Nicholas Ray para hablar de los problemas de los adolescentes. Lo había intentado con “Los amantes de la noche” (1948) y “Llamad a cualquier puerta” (1949), pero no logró plasmarlo hasta “Rebelde sin causa”. Ray y Dean enseguida entablaron amistad, crearon una productora e incluso compraron varias obras para adaptarlas. La súbita muerte del joven actor lo paralizó todo, su muerte no solo se lo llevó a él, sino también al director que fue incapaz de superar su pérdida. El 30 de septiembre de 1955 ganamos un icono, pero perdimos un actor.

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