FILOSOFÍA CHANGO
Quien pudo asistir a un espectáculo de Andy Chango corre el riesgo de pensar que va a un concierto, a disfrutar de las canciones que hicieron célebre al argentino como Las fantásticas aventuras del capitán Angustia, y encontrarse, sin embargo, con un monólogo de humor. O al revés. O las dos cosas juntas y a la vez. º
En su vuelta a Madrid tras varias temporadas viviendo en Buenos Aires, Andy Chango presenta su nuevo espectáculo, El hombre nada. Con sus monólogos, acompañado por su teclado electrónico, Andy Chango reflexiona sobre diversos temas de interés general, legitimados por su experiencia, sumado con su absurda y lúcida visión sobre el patetismo humano.
El polifacético artista argentino, Andy Chango, cuenta con una variada trayectoria como músico, tertuliano televisivo, conductor radiofónico y escritor. Como músico y compositor ha publicado cinco discos, con los que ha girado por Argentina y España, además de componer bandas sonoras para diferentes largometrajes. Alto, desgarbado, charlatán, irónico y sensible, Chango pertenece a esa categoría de músicos con enorme facilidad para crear: “soy un colgado y un lunático, pero no puedo permitirme el lujo de perder el tiempo, por eso las ideas se tienen que expresar de cualquier forma sobre todo si hay humor, cinismo, ternura o ideas justicieras”.
Casi dos décadas pasaron ya, desde aquel debut solista a toda orquesta de Andy Chango, quien goza el prestigio doble de ser reconocido en la calle mediáticamente por sus múltiples trabajos artísticos y apariciones televisivas, y a la vez, tener un cierto prestigio como artista de culto.
Andrés Fejerman -su verdadero nombre- nació en junio de 1970, tiempos de ebullición política en Argentina. Este apellido ucraniano, único en el mundo, es la interpretación de un agente de aduanas, que hereda de su abuelo, y su significado es precisamente: hombre nada. Hijo de una madre psicóloga y un neurólogo, tan prestigioso que tiene una enfermedad con su nombre, el Síndrome Fejerman; el artista admite la tristeza que generó volver a interrumpir la cotidianeidad familiar que tuvo en Argentina: “fue lindo el encuentro con mis padres estos cinco años, que estuve en Argentina; pude empatizar como nunca con ellos y fue bastante complicado volver otra vez a vivir a España. Ellos hace siglos que no tiene ningún problema con el tema de mis excesos”.
El cantante hizo su irrupción en la escena del rock argentino, a mediados de los 90 con Superchango: sus canciones diseccionaban con gracia, inteligencia y sensibilidad la experiencia de las drogas: “lo que veo ahora a la distancia es que el personaje me comió en mi etapa de juventud. Creo que me pase con esta cosa de rockero y también cierta vanidad y cierta falta de educación como destrozar un camerino. Tuve muchos vicios absorbidos por el entorno, de lo que yo veía y creía que era ser una estrella de rock. Sin ser una estrella quizás me comportaba como una de ellas”.
Avalado por sus compatriotas como Andrés Calamaro y Ariel Rot, y respaldado por la discográfica DRO, aterrizó en Madrid: “las estrellas eran ellos Calamaro y Ariel Rot quienes me contactaron con discográficas y conocí a otros músicos en España. Tampoco te ayuda mucho tenerlos al lado, llega un momento que uno se tiene que montar su propio proyecto”. En sus primeros shows, convertidos en fiestas que inevitablemente derivaban hacia la parranda y el exceso, el cantante no se arrepiente pero tampoco tiene nostalgia sobre esos tiempos: “no me da melancolía el rock de hace 20 años. Me hubiera gustado tener cierta tranquilidad antes”.
Su reconocimiento comercial se diluyó poco a poco; no así su actividad creativa, que le ha llevado a escribir canciones para el cine (A mi madre le gustan las mujeres, Mortadelo y Filemón), a colaborar en radio (Asuntos Propios, de RNE) o a participar en televisión (El Intermedio de la Sexta) amén de seguir sacando discos para sus compinches y ofreciendo conciertos casi sin descanso en pequeños locales de Madrid, ciudad de la que nunca se ha mudado: “siempre Madrid, porque tengo muchísimos amigos, tengo mi hermana aquí. Me encanta toda España pero el factor determinante para no moverme de Madrid es la camaradería que tengo aquí. Me vine aquí, alquilé mi casa, me volví a ir y me quedé 16 años sin darme cuenta”.
Bajadas las revoluciones de los primeros temas llegó la reinvención, con su adaptación del repertorio de Boris Vian, un disco de canciones con letras del poeta francés que musicalizo allá, por el 2009, con buenas críticas y repercusión: “siempre maneje cierta marginalidad en las letras; temas que me autoexcluían como el tema de las drogas, o la depresión. Recién con mi disco Boris Vian creo que pude encontrar una identidad artística: Boris Vian es un formato que ya está hecho, voy a cualquier sitio solo y con algunos músicos de jazz puedo hacer un concierto con ese disco”.
Chango, defensor mediático de las drogas, es ahora un bon vivant más irónico que tóxico, alguien que busca incitar el humor con lucidez y experiencia del camino recorrido, sin arrepentimientos del pasado: “si me arrepintiera en el sentido judeo- cristiano, tendría que estar en un neuropsiquiátrico, por todos los errores que tuve. Me cuido mucho más de la noche, y preservo mi psiquis: lo que importa, es evitar levantarme a la mañana con angustia”.
Su primer disco fue un experimento artístico personal sobre las drogas; fue el reflejo de esos síndromes de abstinencias y esas angustias; esas sensaciones frente a esa espera del dealer, como escribió uno de sus referentes musicales Lou Reed, de lo bueno que es intoxicarse en familia, y sobre las noches de 30 horas deambulando por Madrid entre ron, cañas, cubatas y vinos.
Cansado de cantar en álbumes tóxicos conceptuales, del pop-rock explotado hasta el hartazgo el artista asume que “creo que el rock y el pop es una farsa muy grande: se ensaya cuatro meses y después uno pasa un año tocando las mismas doce canciones con los mismos gestos. Yo me aburro muy fácil, necesito siempre el cambio desde la espontaneidad, no me conformo con una canción, y hablar, es perfecto para eso”.
El hombre nada termina siendo un espectáculo cómico, el artista busca la risa con cierta profundidad, a pesar del temor de ser su primera experiencia en el mundo de los monólogos: “los nervios al cambio de trabajo fueron al principio; para mí es como un juego tener 47 años y hacer algo nuevo. El momento más feliz de mi semana es cuando escucho el audio parlante diciendo apaguen sus teléfonos móviles con esa voz teatral, todavía no caigo en que yo estoy del otro lado y la gente viene a verme a mí”.
El espectáculo consta de una serie de monólogos cercanos al stand-up, término que él detesta. Para Chango es un encuentro íntimo e interactivo en donde deja muy en claro que no va a hacer apología de nada, el stand-up como medio para poder hablar sin pelos en la lengua. Las anécdotas y reflexiones son intercaladas con sus canciones más emblemáticas: “tuve caradurismo natural para acercarme al mundo de la actuación. Ya como músico tenia cierto histrionismo, el hábito de hablar en público era algo natural y con la televisión se fortaleció”.
“Mis monólogos tratan de tocar temas que me hinchan las pelotas. La inmigración, dios, el sexo, la presión que tenemos, el mundo del rock, el ego del artista. Todos los temas que me angustian por la máquina de hacer reír y lo convierto todo en bromas”. El Hombre Nada es un espectáculo difícil de definir, ya que combina diferentes facetas de un solo artista. Su arte tiene puntos de contacto con su variedad de profesiones enumeradas: el ser bohemio, rockero, creativo, irreverente y sobre todo el ser irónico.
El artista desde un guion establecido, improvisa haciendo catarsis sobre temas sensibles que pasan a su alrededor, hacer humor con temas que quizás no son tan graciosos, en fin, utilizar al humor como elemento liberador: “la gente se ríe muchísimo, funciona muy bien. A pesar de hablar de temas que quizás si uno los nombra no son tan graciosos como en la cumbia existencial, mi nuevo tema. Hacer reír de forma crítica es más que gratificante”.
Gracias a una recomendación de Albert Plá pudo hacer cursos de actuación. Allí le dieron los rudimentos básicos de la actuación, el aprendizaje de cómo articular, gesticular y usar las palabras en el escenario: “el proceso fue arduo, tuve que internarme con el director Pepe Miravete a tratar de aprender los rudimentos de la actuación; empezamos de cero el proyecto, lo más parecido al entrenamiento que hacían en películas como Nikita: donde pasa de la nada a tener algún conocimiento”.
El hombre nada, se puede ver en Teatro del Barrio de Madrid el 7 de diciembre y “en enero tenemos gira por toda España¸ también en breve anunciaremos fechas con la banda, con motivo del 20º aniversario de mi primer disco solista Andy Chango: Que lindo es drogarse en familia”.
Jueves 7 diciembre 2017: MADRID, Teatro El Barrio
Jueves 11 enero 2018: LEÓN, Gran Café León
Viernes 12 enero 2018: OVIEDO, La Salvaje
Jueves 18 enero 2018: MÁLAGA, La Cochera Cabaret
Viernes 19 enero 2018: ALGECIRAS, La Gramola
Sábado 20 enero 2018: CEUTA, La Sala
Viernes 26 enero 2018: TORRELODONES, Babel
Sábado 27 enero 2018: ALBACETE, Auditorio