JAPONISMO
Pero el japonismo no merece considerase solo una influencia, pues lejos de toda simplificación, es considerado un movimiento artístico de calado global que aún hoy continúa y evoluciona.
El recorrido por sus salas, a golpe de una tenue iluminación que centra la atención en preciadas piezas, nos invita a la reflexión, a hacernos preguntas y a hallar las respuestas en múltiples formas artísticas.
Para entender un poco más el por qué de esta influencia nos remontamos a la década de 1860, con la apertura de la conexiones portuarias con Japón, con la que no solo llegaron productos con los que comerciar e intercambiar, sino que se abrió las puertas a una visión del arte que renovó el modernismo artístico europeo, insuflándole aire y dotándole de una nueva luz, impregnándose éste en consecuencia de sus exóticos paisajes y composiciones, sus tintas planas y ricas en matices, y sus colores, sus formas y figuras, con especial énfasis en las técnicas y formatos que los artistas nipones dominaban y con los que nuestros artistas no dudaron en comenzar a experimentar.
De igual manera a como lo hizo en Europa y el mundo, su impacto en España en 1870 alcanzó a las figuras de mayor proyección internacional: Picasso, Miró, Fortuny, de los que podemos ver sorprendentes obras en esta muestra, en las que una y otra vez, hallamos aquellos motivos de influencia oriental reinterpretados a la manera de sus autores.
Sin embargo, el japonismo en España no ha sido recogido y mostrado hasta ahora en una exposición a esta escala. La muestra acoge aproximadamente 300 obras, muchas de ellas pertenecientes a colecciones privadas, que jamás antes se habían encontrado con la mirada del público. Entre ellas, algunas de las más hermosas piezas de Toulouse-Lautrec, Manet, De Riquer, etc.
Y no solo encontramos obras pictóricas. Una amplia selección de biombos, kimonos, sedas, cerámica, dibujos, estampas y mobiliario, completan una mirada más allá de lo estético a esta muestra. Todas ellas suman una a una las piezas de este engranaje sutil que es Japonismo, que nos hace encontrarnos de frente con una manera nueva de ver el mundo a través del arte, cuya repercusión se ha ido afianzando en nuestro imaginario común.
Aquellos patrones concebidos desde una visión del espacio y la ornamentación más simplificada y estilizada, generaron un movimiento en 1880 que fue bautizado como esteticista. Lo modelos japoneses invitaban a penetrar en un mundo de fantasía y representación naturalista que responde a la imagen más decorativa que en occidente tenemos sobre el japonismo.
Por todo ello, nos sorprende ver cómo artistas tan dispares, de estilos a menudo alejados y formas de entender el arte y la vida muy diversas, se encontraron de una u otra manera en torno a Japón y su sentir, dejándose influenciar hasta el punto de realizar algunas de sus más destacadas obras, al abrazo de esta nueva manera de concebir la expresión artística.
Estos artistas, huyendo de modelos ya caducos, bebieron de un nuevo mundo por descubrir y representar, un mundo a nuestros ojos abierto, excitante y cargado de posibilidades. De entre todos sus paisajes, es la naturaleza la que de manera más acusada, cautiva con sus formas a los artistas europeos.
Para quiénes como yo, el arte abre una ventana a la imaginación y a la vida, encontrarnos con obras como La gran ola (título original Bajo la ola de Kanagawa), de Hokusai resulta una inspiración y un privilegio. Esta estampa del artista nipón ha recorrido el mundo y fascinado tanto a oriente como occidente desde su creación entre 1830 y 1833.
Desde París, donde el japonimo caló hondo en el bullicioso y prolijo panorama artístico de la época, una red se tejió hacia Europa permeando a todas las manifestaciones artísticas: pintura, grabado, artes decorativas,…siendo el grabado y las técnicas desarrolladas en Japón de entintado a color y líneas muy marcadas, una de las disciplinas que mayor desarrollo provocó.
Los artistas españoles afincados en la capital francesa siguieron la moda de incorporar estos nuevos modelos en sus obras, quizás en inicio de una forma más superficial y generalista, sin hacerlos completamente suyos. Poco a poco, todos ellos fueron reinterpretando estas formas generando un estilo más propio y diferenciado. En España, es Mariano Fortuny uno de los pioneros en hacer evidente su fascinación por el arte japonés, transformando de su mano su propia obra.
Japonismo es una invitación a recorrer el tiempo y los lugares desde una mirada que conecta oriente y occidente, invitándonos a buscar las influencias entre los pueblos, la culturas y las personas, una mirada necesaria en un tiempo de crisis global que pide a gritos nuevos y profundos mestizajes artísticos como el que japonismo supuso.