FOTOGRAFIAR LA DIGNIDAD. NICHOLAS NIXON EN LA FUNDACIÓN MAPFRE
Una pared inmensa llena de fotografías seriadas, una por año, de 1975 a 2017. 4 hermanas, siempre retratadas juntas, en el mismo orden. "La conocidísima serie Las hermanas Brown" había leído en algún sitio. Y para mí no lo era, no había oído hablar de ella, pero el mérito de Nixon reside precisamente ahí. En conectar a través de un trozo de papel aquellas sensaciones y vivencias que nos unen a todos los seres humanos. No hace falta leer ni una sola línea de los textos que acompañan (deliciosos textos), ni siquiera haría falta saber leer. La imagen habla por si misma, y te empuja irremediablemente a conectar con el clima emocional que transcurría delante de su objetivo. Él hizo una foto de forma casual a su mujer junto a sus hermanas, y se convirtió en tradición, el resto tomó forma por sí mismo, como casi todo en la vida.
Nixon sabe retratar la dignidad de las personas. Y esa dignidad no entiende de pobreza, dolencias ni edad, ni siquiera entiende de pudor o vergüenza. La dignidad siempre está ahí, en los ojos del que mira. Y Nixon es capaz de colarse con su cámara en la intimidad sexual de dos amantes, en la fragilidad de una vida que se extingue, en el deterioro de un cuerpo vencido por una enfermedad terminal, en los vínculos invisibles que unen a los miembros de una misma familia, de un clan.
A través de las más de doscientas fotografías que inundan las paredes, puedes colarte en las vistas del Boston y Nueva York de los setenta, en los porches de los barrios castigados por la pobreza y la exclusión, en el lento paso del tiempo en residencias de ancianos, y en el vertiginoso y fulminante avance del SIDA. Ni rastro de morbo, condescendencia o lástima: si hay algo que transmiten sus instantáneas es vida.
Una exposición emotiva, inmensa, mágica. Ante la que merece la pena abrirse en canal, remendar tus pedazos y volver a empezar.
Y hay algo más que Nixon me trajo a través de sus imágenes: él enseña un amor en pareja puro, real, sin fecha de caducidad. Invita a pensar que uno puede seguir mirando y retratando a su mujer después de más de 40 años, poniendo el mismo mimo, pasión y adoración que si de la primera cita se tratase. Encontrando belleza en las arrugas y cicatrices. Dando existencia al eterno anhelo de los seres humanos de encontrar un alma gemela. Con fecha de caducidad o no, las almas gemelas existen, Nixon lo sabe. Y yo le quiero creer.
Plant City, Florida
1982
Copia en gelatina de plata, contacto
19,4 x 24,1 cm
©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
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F.K., Boston
1984
Copia en gelatina de plata, contacto
19,1 x 24,1 cm
©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
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J.A., E.A., Dorchester, Massachusetts
2001
Copia en gelatina de plata, contacto
24,1 x 19,4 cm
©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
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I.T., Saugus, Massachusetts
2012, copia de 2016
Copia en gelatina de plata
56,8 x 44,8 cm
©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
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Clementine and Bebe, Cambridge
1986
Copia en gelatina de plata, contacto
19,4 x 24,1 cm
©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
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Bebe and I, Savignac de Miremont, France
2011
Copia en gelatina de plata, contacto
34,6 × 27,3 cm
©Nicholas Nixon. Cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco
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The Brown Sisters
1975
Copia en gelatina de plata
45,4 x 57,1 cm
Colecciones Fundación MAPFRE. FM000341
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The Brown Sisters
2016
Copia en gelatina de plata
45,4 x 57,1 cm
Colecciones Fundación MAPFRE. FM002498
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