THE PARROTS + LOS BENGALA. WHAT A NITE!
Madrid, 3 de febrero de 2017. Sala Shoko
El pasado viernes se iniciaba una nueva temporada del ciclo #PopAndDance y comenzaba por todo lo alto con las actuaciones de Los Bengala y The Parrots en la sala Shoko de la capital.
El power dúo de Zaragoza formado por Guillermo Sinnerman (guitarra, voz) y Borja Téllez (batería, voz), ya totalmente recuperado de su lesión, fue el encargado de calentar la noche en la sala madrileña. Los Bengala destriparon las canciones de su “Incluso festivos” (Dirty Water Records, 2015) derrochando energía y pasión dejando su condición de teloneros por los suelos, y es que estos Bengala resultan insaciables sobre el escenario. Con sus guitarrazos, ritmos asombrosos y rugidos ibéricos hicieron bailar y saltar al numeroso público que adelantó su llegada para disfrutar de los zarpazos de estos zaragozanos.


Su particular mezcla de garage felino, rock and roll e incluso swing ha conseguido hacerse un hueco importante en festivales y salas de toda España, y en sesiones como la del viernes demuestran por qué. “Sé a dónde voy”, “65 días”, “Una máquina infernal”, “Perfect Body”, “Aaah”, “Jodidamente loco por tu amor” o “No hay amor sin dolor” formaron parte de la estruendosa carta de presentación de Los Bengala.
Tras pasear su garage rock por medio mundo The Parrots volvían a casa para celebrar el éxito de su primer LP “Los niños sin miedo” (Heavenly Records, 2016). Alejados de convencionalismos y con la única premisa de pasarlo bien cada concierto de los Parrots se convierte en una borrachera de rock surfero, power pop y rock and roll. El bolo del pasado viernes no fue una excepción.


Ya con la sala repleta y a modo de conjura, “Let’s do it again” abría el concierto del descarado trío madrileño. Las bases sixties de pildorazos como “All my loving”, “To The People Who Showed Me Their Love While I Was Here” o “Too high to die” hacían las delicias de los que se agolpaban y saltaban en las primeras filas. A pesar de resultar desafinados en ciertos tramos y con algo de falta de ritmo en las transiciones entre canciones los niños sin miedo hicieron perder la cabeza a más de uno con “Jame Gumb”, “The road that brings you home” o “I’m not alone”. Sin embargo, la demencia colectiva todavía estaba por llegar.
Y es que el tramo final de la noche se convirtió en toda una orgía festivalera gracias al caóticio vínculo que el grupo consigue generar con el público. “No me gustas te quiero”, el más pegadizo de sus temas y convertido ya en un himno generacional, daba paso a una magnífica cover de “Demolición” de Los Saicos que un eufórico Diego García cantaba lanzado encima del personal, desatando el éxtasis generalizado, para después despedir el bolo con la falsa calma de “Somebody to love” y la ya típica invasión del escenario.



