CABEZAFUEGO

 

Madrid, 18 de noviembre de 2017. Sala El Sol

Referirse a lo que “Cabezafuego” hace sobre el escenario como “concierto” es quedarse muy corto. Creo que “performance” se acerca más, pero no incluye algunos de lo elementos que el macarra de él usa para transmitir su mensaje (si si, he dicho “macarra”, y lo digo con todo el amor de mi corazón).

Las canciones de Cabezafuego son un coktail con elementos costumbristas, un toque de gestas épicas y la agitación de una arenga de un líder anarquista. En directo las interpreta con una mezcla de romanticismo, existencialismo y punkarrismo (toma neologismo, puestos a pasarse con los “ismos”). Pero a mi no me engaña, detrás de esa actitud descarada y de esa aparente deriva emocional, tiene un gran corazón y una enorme capacidad de observación. Es una persona reflexiva que trata de transmitir un gran mensaje, quizá parte de la audiencia no lo notara, pero cuando por enésima vez nos llamó a todos “hijos de puta”, yo si me di cuenta. Además me parece un gran tímido que intenta proteger su alma de los ataques del maligno mostrando su cara más destroyer, por ejemplo explicando por el micro por qué la calidad del Speed en Madrid le parece nefasta en comparación con el que se consigue en Euskadi o fingiendo que se le olvida la letra de una canción, dejando a la banda dando vueltas con la intro…  pero a mi no me engaña, es un poeta y un romántico. No va a pasar a los anales del rock por su legendaria afinación cantando o su virtuosismo al piano, tampoco lo pretende, es un filósofo contemporáneo y un artista (lo de artista tampoco lo digo con ánimo de ofender).

Constantemente reclama la participación del público, incluso en ocaciones lo increpa cuando, por ejemplo, piensa que uno de sus integrantes está haciendo un uso poco respetuoso del móvil (un gesto muy aplaudido en el concierto). Por eso, quiero desde estas lineas contestar la pregunta más fundamental y que en mi opinión mejor resume el enfoque que Cabezafuego le da a su “show”: si, se te notan un poco los michelines con el pijama que te pones para los conciertos, pero no te preocupes, tiene su rollo. Es también digno de mención el esfuerzo que hacen el resto de miembros de la banda por mantener la concentración y que los temas “vayan pa’lante”, de modo que el “frontman” pueda desplegar todo su repertorio de improvisaciones. En resumen, me lo pasé muy bien y descubrí que en muchas de las opiniones respecto a algunas de las “maneras” actuales no estoy solo, siempre mola sentirse entendido…  ¡bravo Cabezafuego!.

Quiero también darles desde aquí las gracias a los puertas de la Sala Sol, ya que a pesar de estar acreditado, por algún error mi nombre no estaba en la lista de puerta pero amablemente me dejaron pasar atendiendo a mis explicaciones. Al igual que el resto del personal de esta sala un día tras otro demostráis vuestro saber hacer.