MANEL EN EL TÍVOLI
Barcelona, 10 de octubre de 2016. Teatre Tívoli
Lentamente el teatro se va llenando. Fans de Manel van ocupando sus asientos con expectación y parsimonia, llenando el silencio de la sala de un plácido bullicio. El ruido disimula el cierre de puertas y el sinte que lleva un rato colándose por las cortinas del escenario. Muchas personas, distraídas, se dan cuenta del penetrante sonido cuando empiezan a bajar las luces. Ya vienen.
Las cortinas se abren y aparecen con la fuerza de las guitarras de “Les cosines”, los chicos tras unas epilépticas luces que los muestran a flashes. El público se vuelve loco y, al bajar las luces, toda la sala empieza a entonar con ellos las primeras frases de la letra. No tienen un tema mejor que este para empezar un directo, y es que ¡qué temazo! Entra suavemente y explota, levanta miradas y dobla nucas.
Tras este espectacular comienzo (por muchas veces que lo vivas sigue erizando la piel de cualquiera), “BBVA” toma el relevo, dejándonos descansar pero sin bajar la euforia. Una vez terminado el cuento actualizado de Bonnie & Clyde, Guillem Gibert aprovecha el momento para agradecernos estar allí. “Podríeu haver anat al cine o bé a sopar, però no, esteu aquí”, dice, serio y natural, con ese ademán cotidiano tan típico y que tanto nos hace reír.
La pausa acaba con “Desapareixíem lentament” y “Ai, Yoko”, temas de su anterior trabajo, ‘Atletes, baixin de l’escenari’ (Discmedi, 2013). El ritmo del directo va disminuyendo, infiltrándose en la intimidad de cada respiración allí presente. Así, nos vamos en busca del diablo con “Temptacions de Collserola” y acabamos con la movidita “Cançó del dubte”, una de las mejores canciones de su ‘Jo Competeixo’ (Discmedi y Warner Music, 2016), que marca el mood que está a punto de tomar el directo. Unas luces blancas muy rítmicas nos transportan al pasado. De golpe, “Boomerang”, de ’10 milles per veure una bona armadura’ (Discmedi y Warner Music, 2011), irrumpe en escena y todo el teatro se viene arriba. Literalmente. Todas y cada una de las personas presentes en el Tívoli levantaron sus culos de los asientos con ímpetu en una explosión de alegría que puso a bailar a todos los músculos.
“Vanessa, si sents això, una abraçada molt forta” y las luces se apagan. “Boomerang” acaba así, abruptamente pero con vehemencia. Y es que la siguiente canción merece que los traseros vuelvan a las butacas. “Mort d’un heroi romàntic”, del tercer disco de los catalnes, llena de emoción todas las pieles con una facilidad espeluznante, fascinante. Aprovechando el ambiente, Gisbert, especialista en explicar cuentos, nos sitúa, para la siguiente canción, en el Mar Báltico. Nos hace imaginar que miramos por la ventana y en la calle pasa un perro y una gente muy normal, pero que, de repente, unas voces aparecen por la esquina. Así volvemos al presente con “Arriba l’alba a Sant Petesburg”.
Suena algo que no reconocemos. ¿Un tema nuevo? ¿Una versión? No sería la primera vez, y de hecho una de las canciones más famosas de Manel es “La gent normal”, una graciosa versión de “Common people” de Pulp. Pero ni tema nuevo ni una versión ajena. Las primeras palabras que entonan, “Vindran els anys, i amb els anys la calma...”, impactan a todos y todas las fans. “Criticarem les noves modes de pentinats” es una de las canciones más deseadas por el público pero menos representadas en directo. Manel no suelen ir acompañados de bandas con múltiples instrumentos, esa era siempre su excusa por no tocar esta canción. Realmente, “Criticarem les noves modes de pentinats” no es nada sin los vientos que la acompañan, pero es una de las mejores canciones de la banda. ¿Solución? Autoversionarse. ¡Y qué bien! ¡Y cuánto lo agradecemos quienes los seguimos desde siempre...!
“L’espectre de Maria Antonieta” baja un poco el ambiente, pero solo para que “M’hi vaig llançar” entre con mucha más fuerza. Después, Roger Padilla se acerca al micro y ya sabemos qué va a pasar. Otra vez en pie, que “Ai, Dolors” nos lleva al baile. La felicidad baña todo el teatro, que sigue bailando al ritmazo de “La serotonina” mientras Manel van moviéndose cada vez más y más. Y así empujan la excitación hasta “Benvolgut”, letra que todas y cada una de las personas cantan de la primera letra hasta la última onomatopeya, quedándose casi sin respiración y sin dejar ni un solo momento de bailar.
Primer bis. Era necesario, porque los temas que vienen a continuación necesitan un espacio para ellos mismos. La primera, “La bola de cristall”, la injusta ignorada, es una canción que pocas veces cantan pero que hipnotiza e inunda a quien la escucha. Y la segunda, “Jo competeixo”, la que es, para muchísimas personas, la mejor canción escrita en catalán este año, con diferencia.
Y segundo bis. No se marchan del escenario, pero hay que dejar descansar las mentes y preparar los músculos. Manel acaban el concierto con los dos singles de sus dos últimos álbumes: “Teresa Rampell”, a quien ya llaman Tere, y “Sabotatge”.
Emocionados, Guillem, Roger, Arnau y Martí se despiden mientras las cortinas se cierran tras sus espaldas. Humildes, agradecen con manos y miradas mientras el público no para de aplaudir. Y sigue y sigue aplaudiendo, sin parar.