AUTOMATICS
Toledo, 20 de febrero de 2016. Sala Círculo de Arte
La tarde en la que vas a ver a AUTOMATICS fue especial por tantas cosas. El que suscribe estas palabras entendió, hace ya dos décadas, que la sensación tan placentera de escuchar la distorsión del “Super 8” de Los Planetas y luego ratificada cuando cayó en sus manos “Space Rock Melodies” de Automatics, sólo entonces supo que ese ruido con melodía iba a acompañarle mucho tiempo.
A los que crecimos con cintas grabadas (que se oían fatal) del primo del amigo que va a Madrid y los primero CDs grabados a precio casi de original nos causa sensación casi adolescente que ese grupo que nunca pensaste ver en directo… vaya a tocar cerca de tu casa.
Así de entregado e ilusionado fui al concierto.
Empezaron muy tarde y casi nadie sabíamos que iban a telonear unos muchachos de Talavera. “Preparativos de Boda”. Eran cuatro que dieron mucho ruido. Ruido de guitarra enérgico, de frase sencilla, machacante, hipnótica y efectiva. Interpretado con la rabia que merecía. A los que no esperábamos su presencia allí, quedamos satisfechos. Buen aperitivo.
Y entonces salieron AUTOMATICS. Subidos al otrora altar y ahora tarima de escenario, se disponían a sacarle todo el partido a la interminable reverberación del templo de piedra y artesonado de madera del Círculo de Toledo. La tormenta de ruido empezó con la canción que abre su nuevo trabajo y los decibelios se sintieron a sus anchas durante la hora que duró el concierto. Entremezclados con Puppet Boy, Fly around the world, Hollow glass, Don’t call me anymore, Monsters y Someone (todos temas del último disco) fueron cayendo los clásicos noventudos como Suicide, TV preacher, An empty page, Watch over you y Pop star.
Tan solo el cantante interactuaba con el público, acoplaba el micrófono con el balanceo del mismo a lo Brett Anderson y preguntaba si todo iba bien. Aunque no había demasiada gente, los que estábamos allí sólo podíamos asentir y reconocer que todo estaba sonando en su sitio, intenso y emocionante. El resto de la banda se limitaba a sonar bien.
A todos se nos hizo un poco corto el concierto y echamos de menos algún corte. Quizás por eso accedieron a hacer un último bis antes de dar por finalizado el concierto y así dejar que la música pachanguera que les siguió hiciera volver a la tranquilidad a las piedras centenarias de la sala de conciertos.
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