BEACH BOYS EN EL MAD GARDEN FESTIVAL

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Texto: Pipe Tello

Son las 9:45 de la noche y cerca de 2000 personas esperan a que salgan unos chavales de 75 años a reeditar las canciones que hace 50 hicieron historia en el panorama musical de la época. Salen. Como a cámara lenta y, yo, que los veo desde la fila siete, me sorprendo con la aparente falta de forma de Mike Love, que se acerca al micrófono lentamente, como con falta de aplomo ante lo que se le viene encima. Tras él, Bruce Johnston, que me recuerda a un abuelito risueño de los que le dan pan a las palomas en los parques, llegando con lentitud al teclado que le espera frente al escenario. Sonrío, pensando que esto va a ser curioso. Con ellos cinco músicos más: bajo, segundo -más bien primer- teclado, guitarra, segunda guitarra y batería. Sólo de batería. Espectacular. Un músico como la copa de un pino, de nombre John Cowsill que nos deja a todos con la boca abierta y rompiendo la calurosa noche madrileña el "l get arround" del año ¡¡1964!! atraviesa el escenario directo a nuestros recuerdos para traerlos, casi treinta años más tarde para mí, a este 2014. Parece mentira, pero suenan mucho mejor de lo que nadie entre el público podía esperar. No puedo resistirme a la tentación de cerrar los ojos y buscar entre mis recuerdos a ver si coinciden con los de mi época de universitario y son los mismos, o mejores tal vez.

Yo, que hago deporte, tenía un entrenador mayor que me decía que él era el mejor jugador del mundo... a cámara lenta, y eso hace el anciano Mike Johnston, que se desplaza despacito por el escenario, tomándose el tiempo que sus músculos, de tres cuartos de siglo, necesitan para reaccionar a una mente aún en forma. ¡Qué lección para esos viejos de cuarenta años cuya máxima aspiración es quedarse todas las tardes en el sillón encontrando el hueco que su culo dejó en el mismo el día anterior!

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La banda suena limpia, potente, profesional, tal vez demasiado profesional, carente en un principio de chispa, pero según va transcurriendo el concierto, Mike, con su surtido de gestos sacados del mejor "taichi surfero" se va haciendo con el público, habla en castellano, es cercano y, sobre todo, desgrana poco a poco los temas de siempre de los Beach Boys, junto con otros de los Eagles o los Beatles que hacen a la platea levantarse de la silla más de una vez y surfear sobre la arena del Jardín Botánico. La brisa marina se empieza a olfatear en el ambiente. Ya corre algo más de fresco directamente desde Hawthorne, California. Canciones a cinco voces con todo el alma vocal de los clásicos Beach Boys. Todo ensamblado alrededor de la mayor gloria de estas dos leyendas de la música y unificados alrededor de una batería que comenzó el show y que lo termina de manera espectacular tras una sucesión de canciones conocidas por todos como el "Good vibrations", el "wouldn't it be nice" o el surfin' USA.

Nos vamos de la Complu con una sonrisa en la boca. Que más se puede esperar de un concierto.

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