INTROMUSIC FESTIVAL
Texto: Miguel Ángel Sánchez
Valladolid. 8 y 9 de Noviembre de 2013. Feria de Valladolid.
De vez en cuando se observan nuevos focos de actualidad musical. A parte de los dos centros neurálgicos de la escena patria –Madrid y Barcelona– y de los numerosos festivales veraniegos que pueblan nuestras costas en julio y agosto, es raro encontrarse un evento del calibre de IntroMusic Festival. Así, Valladolid se convirtió en la capital del indie español durante un fin de semana.
El festival podría haberse llamado de cualquier otra forma, ya que ni se respetó el calendario previsto (en 2012, 24 y 25 de agosto) ni la ubicación anterior: Astorga. La localidad leonesa se quedó sin representación musical de un año para otro (cosas de patrocinios, ayuntamientos y demás asuntos que suelen empañar la vida cultural de nuestros días). También sorprendió, o todo lo contrario (según como se quiera ver) la lista de grupos ofrecida por la organización. De las bandas que actuaron en la anterior edición, tres repitieron en noviembre de 2013: Love of Lesbian, Iván Ferreiro y Supersubmarina. No sé a qué se debe este inmovilismo artístico pero los organizadores debieron pensar que la incorporación de estas agrupaciones iba a ser todo un acierto comercial. La verdad, es que la Feria de Valladolid estaba a media entrada, al menos a ojo de espectadores acostumbrados a conciertos masificados. No sé cuál fue la rentabilidad económica del proyecto, pero los asistentes disfrutaron de servicios más rápidos y mayor espacio para disfrutar de sus grupos favoritos.
El viernes tarde era la fecha señalada para que Iván Ferreiro conociera a su público. Nadie duda del inmenso talento de Iván Ferreiro. Nadie. El gallego lleva en liza desde principios de los noventa y se rodea de un elenco de músicos fabulosos. Pero el público no acompañó. No acompañó porque nadie se sabía las canciones de su último disco. Las canciones de Val Miñor-Madrid: Historia y Cronología del Mundo, su último trabajo, tampoco son las idóneas para un festival en el que se busca la diversión antes que la ‘cata’ musical. El último Ferreiro es un Ferreiro intimista, que tal vez sea formidable en un teatro o en una sala pequeña, rodeado de sus incondicionales. Pero, en un evento como el IntroMusic, se ve sacado de su hábitat natural. Sin embargo, incendió el pabellón a la primera, abriendo con Turnedo, tema que dio una pista equivocada de lo que iba a ser el concierto. Entre este tema y Años 80, el otro himno ferreirano por excelencia, el público fue testigo de una actuación correcta pero sin chispa debido a, como ya se ha planteado, la falta de feeling con el repertorio. Tal vez, dentro de un año, con el disco mucho más rodado, funcione. Pero en Valladolid faltó algo.
Tras el norteño, hizo aparición Supersubmarina. Los jienenses eran cabeza de cartel y arrastraron a una masa de seguidores bastante amplia. Supersubmarina supo fusionar perfectamente sus dos álbumes para deleitar a los presentes. Como viene siendo habitual, empezaron fuerte: Eléctrico fue el tema seleccionado para tantear cómo de caldeado estaba el auditorio, seguido de Hogueras y de XXI, ese canto revolucionario made in Baeza. Los hits se sucedían uno a uno desde Supersubmarina, Santacruz, Kevin McCalister, hasta Hermética, Cientocero… El secreto de la banda, a parte de la presencia de su cantante, José Chino, es la solvencia de su música a lo largo de todo el recital. No dieron ninguna muestra de cansancio; todo lo contrario, fueron de menos a más durante el recital.
El sábado comenzó con un huracán llamado Izal. Reconozco que el quinteto era una banda que no me convencía del todo; hasta su concierto en Valladolid. Mikel Izal es una verdadera bestia en el escenario, con una voz muy personal, del tipo de Guillem Gisbert de Manel. Los acompañamientos rítmicos, desde las guitarras eléctricas, acústicas y ukelele, sonaron como una pista de audio. El grupo madrileño hizo sonar las mejores canciones de sus dos únicos discos, destacando sus canciones estrella: Qué Bien, coreada al unísono por los espectadores, se llevó el gato al agua.
Izal sonó a bandas con predominio acústico, como bien pueden ser Mumford and Sons, pasando por los ya mencionados Manel. Pero dejaron pistas de una fuerte ascendencia rockera; aunque parezca un mamarracho, algunos de los riffs iniciales me recordaron a los Dobbie Brothers y algunos puentes suenan influenciados por ritmos propios del Ska… En definitiva, la mezcla de una poderosa voz, muy buenos músicos y variedad de influencias convierten a Izal en una banda a tener muy en cuenta. Además, es sorprendente la marea de fans que arrastran. Para ser el primer grupo de la tarde, el pabellón contaba con una entrada semejante a la de Love of Lesbian, plato fuerte de la jornada, y de un atronador coro que jaleaba al grupo continuamente, lo que hizo que este se creciera a lo largo del show.
Tras la agradable sorpresa que supuso Izal, un estupendo aperitivo, tocó cambio de tercio. Corizonas, esa banda surgida tras la fusión de Arizona Baby y los Coronas, ese conjunto de sombreros vaqueros, melenas y barbas infinitas, mostraron todas las credenciales para ser el grupo con más estilo del festival. Incorregibles, con discursos de varios minutos entre canción y canción sobre vivencias personales y sobre el mal estado de la cultura española, Corizonas cautivaron a los presentes desde el minuto uno. No me equivoco al afirmar que Corizonas es la mejor banda instrumental de todas las que se dieron cita en Valladolid. Trompetas, guitarras, bajo, contrabajo… todas al unísono para crear melodías emplazadas entre el country y el rock clásico. Además, parte de la banda tocaban en casa, con el gusto y la responsabilidad que ello conlleva. Corizonas iban sobrados en el escenario.
La jornada del sábado fue la jornada de las voces. Primero Mikel Izal con su voz próxima a la estirpe de cantautores españoles, que tantas alegrías nos han dado; en segundo lugar el rocker Javier Vielba (Corizonas) puso nostálgicos a los presentes debido a ese rollo setentero que trasmiten su cuerdas vocales. Y por último, llegó Santi Balmes y su reconocida pero extraña y ronca voz.
De las tres bandas repetidoras (Ferreiro, Supersubmarina y Love of Lesbian), LOL fue la que más espectadores arrastró. Quien no haya visto a Santi Balmes y compañía hasta la fecha es porque no quiere. Se apuntan a todas. Y siempre hipnotizan a sus acólitos. Balmes siempre entra difícil, acompañado de una voz que al principio cuesta digerir. Pero a base de replays, su tono se hace familiar. LOL es como el tabaco: la primera calada suele ser indigesta, pero poco a poco se convierte en un hábito insano. LOL es John Boy y su ejército de nuevos fanáticos. El setlist estuvo plagado de temas de sus dos últimos discos, 1999 y el doble La Noche Eterna/Los Días no Vividos, pero para sorpresa del personal tocaron algunos temas de Cuentos Chinos para Niños de Japón (Los Colores de una Sombra y La Niña Imantada)
Comenzaron el viaje con la espléndida La Noche Eterna y siguieron su camino con la ‘seriedad’ que caracteriza su primera parte de show: Los Seres Únicos, Wio, 1999, Allí Donde Solíamos Gritar… Temas sobrios e incluso tristes que no serían nada sin el tono de Balmes. Al llegar a John Boy el público ya estaba más que entregado. La segunda parte del concierto es otra cosa, otro rollo diferente; al llegar el bis tras un breve descanso se vuelven locos. Miau, Me Amo, Los Pizzigatos, Si tú Me Dices Ben yo Digo Affleck y Los Toros de la Wii (o como todo el mundo la conoce, Fantástico) fueron los temas elegidos para perder por completo la chaveta. Cuando acabaron los últimos acordes de Algunas Plantas, el público estaba más exhausto que la banda catalana.
Por lo general, la calidad mostrada por las bandas presentes en IntroMusic fue más que notable. La variedad de la escena musical española es inabarcable, como se pudo observar en los diferentes conciertos ofrecidos. Desde el intimismo nostálgico de Iván Ferreiro al poderío guitarrero de Supersubmarina. Desde la cercanía y hasta el infantilismo de algunas letras de Izal hasta el gamberrismo de Love of Lesbian, pasando por el clasicismo de Corizonas. Creo que es justo recordar que estamos en una etapa buenísima del indie-rock español. Que nadie lo dude.
PD. Y no, no me he olvidado de Cyan. Cuando un servidor llegó al recinto media hora antes del primer concierto del viernes se encontró con un muro de personas, inexpugnable. Juro que la próxima vez no me los pierdo.
Fotos: IntroMusic Festival 2013