VIKINGS
Empezar a ver una serie con la sana intención del entretenimiento que puede proporcionar el visionado de aguerridos vikingos enfundados en cuero, pelos trenzados y rostros salpicados con la sangre del enemigo es tan lícito como entendible. Las barbas siguen de moda, y los bigardos tatuados de dos metros también. Pero encontrarte con que entre escudos de madera, sacrificios paganos y saqueos salvajes una serie al fin nos presenta lo más cercano a lo que debieron ser los verdaderos vikingos, con una ambientación excepcional y unos guiones de sobresaliente, es algo que solamente History Channel nos ha podido ofrecer.
Vikings, que empezó a emitirse en 2013, cuenta ya con cuatro temporadas y en el verano de 2017 empieza a grabarse la quinta. Su creador, Michael Hirst, no es nuevo en el género histórico (ya nos presentó a Los Tudor), y adelanta que hay vikingos para rato y que calcula que la serie da para unas siete temporadas.
Coproducida entre Canadá e Irlanda y grabada casi íntegramente en el condado de Wicklow, Irlanda, cuenta con un reparto de lo más variopinto (el protagonista, Travis Fimmel, es australiano) y en su mayor parte desconocido para el gran público.
Para los que no sepáis de qué va la historia, Vikings está basada en las leyendas escandinavas sobre Ragnar Lodbrock, héroe y guerrero vikingo famoso por saquear Northumbría, Francia y Bretaña. Con este personaje como centro y guía History Channel , con ambiciones didácticas, desmonta las creencias en cascos con cuernos y feroces guerreros bebedores de sangre en cuernos de animales.
En vez de eso nos presenta una sociedad bastante avanzada y desconocida, con profundas raíces religiosas y una estructura social muy marcada por el papel de la mujer. Hay que destacar sin duda los personajes femeninos interpretados por Katheryn Winnick como Lagertha y Alyssa Sutherland como Aslaug para hacerse una idea del peso de las féminas en la sociedad vikinga.
No vamos a encontrar solamente saqueos y rituales paganos, que también, y presentados desde un rigor histórico y un respeto exquisitos, sino sus avances y apertura en temas tecnológicos y culturales, las relaciones familiares, la libertad sexual y el individualismo y democracia de su política, su religiosidad, sus costumbres y ritos. Eso sí, si sois de estómago débil u os marea la sangre, os recomiendo buscar otro entretenimiento, porque no escatima en detalles escabrosos y escenas de violencia explícita.
No han faltado, por supuesto, las voces reivindicativas que exponen que se han tomado ciertas licencias históricas o cronológicas, pero al fin y al cabo, por mucho que hayamos sintonizado History Channel, esto no es un documental.
De momento, tras el parón a mitad de la cuarta temporada que ha servido para dar un giro total a la serie y presentarnos nuevos y más que interesantes personajes y giros argumentales, esperamos la quinta temporada. Si os quedáis con ganas de adentraros en el mundo vikingo os animo a visitar el blog The Valkirie’s Vigil, donde la historiadora Laia San José Beltrán habla con más profundidad no solo de la serie sino de todo lo relacionado con los vikingos.
Gracias a History Channel por quitarle, por fin, los cuernos a los vikingos.