ORÍGENES
El segundo trabajo de Mike Cahill aborda el género de la ciencia-ficción que va más allá de la ciencia pero con un punto muy humano. Su argumento gira en torno a Ian Gray (Michael Pitt), un biólogo molecular que estudia la evolución del ojo humano. Después de su encuentro con Sofi (Astrid Bergès-Frisbey), su trabajo va a invadir su vida por completo. A medida que sus investigaciones continúan junto a su compañera de laboratorio, Karen (Brit Marling), descubren algo sorprendente que complicarán sus creencias científicas y espirituales.
Durante la primera mitad de la película podríamos hablar de cine “independiente” en estilo de grabación, localizaciones y música. Los actores se completan perfectamente el tono del film y lo que algunos clasifican de lento y exceso de romance es el punto para la construcción emocional del personaje interpretado por Michael Pitt quien es muy creíble y que enlaza muy bien con la gran presencia del film que es Astrid Bergès-Frisbey.
Todo esto, le sirve al director para enlazar con un segundo acto en el que se centra más en la investigación del doctor. Ahí es donde entra ese debate entre ciencia y espiritualidad y donde se aprecia un matiz más serio e inquietante, que consigue atrapar completamente al espectador.
Además hay una escena post-créditos, al más puro estilo Marvel, que es clave y que deja esa puerta abierta a lo desconocido, sin duda la película entra por los ojos y se quedará en la retina de aquellos espectadores que se dejen atrapar por la magia de un mundo sin respuestas racionales.