NOVIEMBRE. BLACK MIRROR

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La notícia llenó las esperanzas de todas aquellas personas que seguían la serie desde el principio: volvía la británica Black Mirror a despedazarnos las cabezas después de casi 4 años sin episodios (con tan solo la pausa de aquél pedazo de especial de navidad de diciembre de 2014). Eso sí, había algunas reticencias por parte de muchas... Netflix había comprado los derechos de la serie para que el maestro Charlie Brooker pudiera seguir escribiendo capítulos, lo que suponía perder ese toque puramente british, un tono muy determinado, oscuro y cínico, algo muy difícil de explicar, pero que comparte con otras series (obras maestras) como por ejemplo Utopía (Dennis Kelly, 2013). Una cosa estaba clara, estábamos todas dispuestas a asumir ese riesgo para tener más capítulos.

Y así, de la mano de la gran potencia americana en la que se ha convertido Netflix, llegaba Black Mirror el 21 de octubre no solo con 3 (como en las temporadas 1 y 2), sino con 6 capítulos. Y ha pasado lo peor: ¡adiós al toque británico! Lo que hacía esta serie tan especial se ha perdido por el camino... Por suerte, Charlie Brooker sigue siendo el principal autor y escritor de los episodios, y eso se nota. Si bien no todos los episodios tienen la potencia que tenían los de las dos primeras temporadas y el especial de navidad, es cierto que todos desprenden la estela de Brooker.

Entonces, ¿qué ha pasado con la tercera temporada de Black Mirror? Quizás por la ambición de sacar 6 capítulos o quizás porque una mano americana ponga el presupuesto de la serie, no ha sido tan Black Mirror como todas esperábamos. Me explico.

La premisa de Black Mirror es crear posibles historias relacionadas con el ser humano y su uso de las nuevas tecnologías (que él mismo crea y diseña), situadas en espacios temporalmente situados en un futuro distópico cercano y posible, es decir, en un momento que podría ser la consecuencia  directa de la época actual. Mundos que desconocemos pero que logramos entender como consecuencia de nuestra experiencia con las innovaciones tecnológicas a las que nos enfrentamos, como por ejemplo un mundo en el que las cárceles son crueles reality shows, o un futuro en que el ser humano tiene chips en la cabeza con los cuales puede controlar su memoria y revivir momentos pasados. Hasta aquí bien. El problema es que algunos episodios de la nueva temporada de Black Mirror no han llenado esas expectativas. Eso no quiere decir que sean malos episodios, simplemente no eran Black Mirror. Pondré un ejemplo, sin hacer spoiler. El tercer episodio, “Shut up & Dance”, plantea una situación y un conflicto que podrían suceder hoy mismo, que quizás ya esté sucediendo. Pese a ser un buen capítulo, porque es una historia que engancha y que funciona perfectamente, no tiene ese halo blackmirroriano que tanto nos gusta a las fans de la serie y que te hace reflexionar profundamente sobre la sociedad actual y hacia dónde esta se dirige. Por el contrario, capítulos como “Nosedive”, “Man Against Fire” o “Hated In The Nation” cumplen perfectamente esos requisitos, son episodios fantásticos, especialmente el último (que cierra la temporada).

En resumen, pese haber sido un poco decepcionante, Charlie Brooker no agota sus ideas y Black Mirror sigue siendo una de las mejores series de esta década. Habrá que ver cómo continúa y hacia qué senderos se dirige. Las seguidoras fieles de la serie, por el momento, seguimos ávidas de mucho más.

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