NEGRATAS DE TRAPO

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Las parodias suelen funcionar. Algunas lo son involuntariamente, como “Feliz día de tu muerte”; otras lo son voluntariamente. Este es el caso de “¿Quién está matando a los moñecos?” que, además de reírse del cine negro, es capaz de beber de las aguas de los teleñecos, de Roger Rabbit e incluso parece que intenta  llenar de contenido social al filme.

En un mundo donde humanos y muñecos conviven con derechos, aparentemente, iguales, dos policías (ella humana y él un muñeco que ejerce como detective privado) se ven obligados a colaborar para averiguar quién está asesinando al elenco de un antiguo programa, “The Happytime Gang”. Ambos tendrán que dejar de lado sus diferencias para solucionar un caso que los involucrará personalmente.

Desde hace años ha quedado claro que la animación no tiene porqué ser un territorio exclusivo del público infantil. En Estados Unidos el camino fue abierto por “Los Simpson”, pero conseguir plasmarlo en la gran pantalla fue más complicado. Poco a poco se ha ido avanzando y Brian Henson, tras demostrar su apatía creativa dirigiendo varias películas de “Los Teleñecos”, ha dado un empujón en la buena dirección. Sigue siendo un director poco resolutivo y que tiende a quedarse en la superficialidad pero ahora, por lo menos, ya está respaldado por algo más que su apellido. Como buen hijo de papá está donde está gracias al trabajo de su progenitor, sin embargo ha dado una vuelta de tuerca al asunto: no se limita a dirigir películas de chichinabo sobre marionetas; ahora parodia géneros de chichinabo con marionetas.

monecos 01 pop rock indie cineSi vamos a lo básico podemos afirmar que esto es un intento de parodia del cine negro donde se encadenan chistes fáciles e insultos. Cuanto más gruesa sea la palabra más gracia hace (o eso creen). Me gustaría pensar que no es así, antes para que la fórmula funcionara debía mezclarse con un humor ingenioso (“South Park”). En 2018 la fórmula se limita al “caca, culo, pedo, pis”. Qué gracioso que es: dice puta. Qué gracioso que es: se droga. Qué gracioso que es: está follando… Dentro de este circo sí que debemos reconocer la buena imitación de la estructura del cine negro donde se recogen todos los detalles de forma magnífica, la notable actuación de Melissa McCarthy que sostiene este mundo de felpa y, sobre todo, las sutiles referencias al enano de Bogart (también “gozaremos” por enésima vez de la referencia de rigor a “Instinto básico”)

Lo mejor de la película es, paradójicamente, lo peor del director. Las vergüenzas de Henson quedan totalmente al desnudo. Los muñecos de trapo (ellos sí que son de color) son una genial metáfora de la población negra en Estados Unidos y cómo siguen siendo tratados como ciudadanos de segunda categoría. El muñeco es divertido, puedes compartir un rato de tu tiempo con él, pero te alegras de no ser de su clase y prefieres que no se junte con tus hijos. La metáfora se completa con un programucho noventero donde una Leticia Sabater de ojos enderezados comparte escenario con un grupillo de marionetas simpaticonas al más puro estilo “Cosas de casa”, “El príncipe de Bel-Air” o lo que sea que hiciera Bill Cosby. Qué graciosetes eran aquellos negritos (de lejos y por la tele) y qué poco se sabe de ellos. Además, desde este mismo programa también observamos la crítica a esos niños actores que se perdieron entre la droga y el olvidomonecos portada pop rock indie cine convirtiéndose en auténticos muñecos rotos. Todo lo dicho suena a alabanza, ¿cuál es el problema? Lo ya mencionado: Henson es más simple que los diálogos de la mona Chita.

En este lado del charco también cometemos errores. El doblaje, ¡ay el doblaje! Una comedia negra no tiene por qué estar dirigida a un público “millennial” o, al menos, no a cambio de tonterías como contratar al cómico David Broncano como doblador. España tiene la mejor cantera de dobladores del mundo, pero se decide pagar (seguramente más que a cualquier actor de doblaje) para no uno, sino para dos papeles a un humorista en un triste intento de imitar, quién sabe por qué,  el estilo de doblaje de Florentino Fernández en “Austin Powers” o de series como “Sabrina”. Problema: Broncano no es Florentino y las adaptaciones de los chistes consisten en referencias futbolísticas y Julio Iglesias. Muy “millennial” todo.

“¿Quién está matando a los moñecos?” Es una colección de errores, de chistes manidos y de lenguaje malsonante. No aprovecha su capacidad crítica, pese a que como las meigas haberlas haylas. Pongan el piloto automático y vayan a verla: se reirán y la olvidarán fácilmente. Sigamos sin respetar el espíritu crítico del cine y del humor porque el negrata, aunque sea de trapo, sigue siendo pisoteado.

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