ESPECIAL NAVIDEÑO
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas; parece que en Hollywood, al menos, son rentables. Qué matraca. La enésima precuela…, esta vez Mamma Mia!. De una forma u otra el nuevo director, Ol Parker, hereda todos los vicios de su predecesora, Phyllida Lloyd, pero es incapaz de recrear ninguna de sus cualidades. Esta suerte de precuela y secuela consigue que desees apuñalarte una y otra vez.
Se me ocurren pocas cosas que destacar positivamente de Mamma Mia! Una y otra vez. El nuevo reparto es plano hasta la saciedad y casi consigue que Pierce Brosnan parezca un actor de verdad. Y digo casi porque, aunque hay que reconocerle que en la primera entrega se mantuvo correcto ayudado de una incontestable Meryl Streep, esta vez hila ridículo tras ridículo. El director de casting eligió a los nuevos protagonistas con escuadra y cartabón. Los tres pretendientes: Bill (Josh Dylan), Harry (Hugh Skinner) y Sam (Jeremy Irvine) poco tienen que ver con las personalidades descritas en el filme original. Son grotescamente parecidos por mucho que uno se las dé de moderno, otro de conservador y el último de liberal: en mi cabeza no paraban de retumbar los nombres de Pedro, Pablo y Albert. Por su parte, la joven Donna (Lily James) no consigue ser creíble en ningún momento aunque logra salvar el papel. Bastante tenía con intentar hacer olvidar a Meryl Streep. Las únicas que se salvan de la quema son las versiones modernas de Rosie y Tanya (Alexa Davies y Jessica Keenan) que vuelven a ser lo mejor de la película junto a sus homólogas (Julie Walters y Christine Baransky).
La lista de inútiles incluidos en la obra es amplia: un pseudomisterioso latino llamado Fernando (Andy García) es lo más destacable (adivinen cual es su única función en el largometraje); Cher hace de Cher en un par de escenas que ya incluyeron en el tráiler (y le da tiempo a hacerlo mal, enhorabuena). Y para colmo, hay una elevada lista de personajes interpretando a griegos de la zona. Sí, se han cargado otro de los fuertes de su antecesora… ¡Los Oompa Loompas nativos! En 2008 pudimos gozar de unos simpáticos isleños que se paseaban entre los senderos del esclavismo y la carcajada: ayudaban a la Streep en sus quehaceres diarios, protagonizaban los gags de humor y hacían de extras en los números musicales. En 2018 estos simpáticos seres han sido sustituidos por colombianos pobres y despreocupados (¡Qué sorpresa!, Hollywood siendo racista cuando intenta no parecerlo).
Volvamos por un momento a Cher. ¿Era necesaria?, ¿Alguien la pidió?, ¿la gente que la pidió es idiota?, ¿va a suponer un aumento de taquilla? Por supuesto que no era necesaria, por algo solo sale en dos escenuchas que de no tenerla a ella como protagonista podrían haber quedado descartadas en el montaje del director. Espero que nadie pidiera su presencia, desearía que solo su cirujano plástico estuviera pendiente de lo que hace esta señora, pero por desgracia hay gente que incluso piensa que canta bien; supongo que este es un punto a su favor, por desgracia. Del apartado anterior podríamos extraer que supone un aumento de ventas; yo digo no, el filme en sí ya es suficiente reclamo y más con el famoso, que no bueno, (a Dios pongo por testigo que nunca diré que un elenco que cuente con Brosnan es bueno) elenco de actores. Cher es mucho botox y pocas nueces, quizás aporte algo; pero, desde luego, resta más que suma. Es la guinda de un castillo de naipes insostenible donde un conjunto de colosos cobra por encima de las posibilidades de una película de este tipo. A esos intérpretes viejunos les sobraba algún cero en su contrato que, desde luego, faltó en lo que tendría que haber sido la nueva camada.
Verano, todos pensamos en un paisaje estival idílico cuando visualizamos Mamma Mia!. Pues no, croma y más croma. O nos toman por idiotas o son idiotas y no sé que es peor. Hay tres cosas en el mundo con demasiado azul: la convención del Partido Popular, la aldea pitufa y esta isla de colombianos (sic). La buena combinación de colores y paisajes que evocaban al mediterráneo ha sido sustituida por cromas, muchos cromas, y muebles azules. “Señor director artístico, necesito evocar jovialidad y verano. Pues pinta todo de azul y ponle un croma”. Quizás, y digo quizás por cortesía, hay que sacar los duros para estas cosas y no para que “actúe” la cantante de Porcelanosa. ¿He mencionado que se exceden con los cromas?
También podría enumerar los múltiples errores argumentales de la trama, lo forzada que resulta toda la historia y la sensación de que cada una de las canciones está metida con calzador. Sería estúpido por mi parte, esos fallos han estado siempre y ni siquiera me atrevo a afirmar que son errores. El triunfo de Mamma Mia! se debió a su irreverencia y a bordear el filo del insulto a los musicales (y Meryl Streep). Esta mierda con purpurina huele muy mal. Lo mejor que se puede hacer con este filme es un ejercicio de imaginación: pensemos que ha sido un reencuentro de estos que están de moda ahora, pensemos que es un especial navideño muy caro.