LOS EXILIADOS ROMÁNTICOS

Rodada con amigos y sin prisa, la tercera obra de Jonás Trueba, tras Todas las canciones hablan de mí (2010) y Los ilusos (2013), fue la gran sorpresa del pasado Festival de Cine de Málaga, llevándose las Biznagas de Plata a Mejor Banda Sonora y el Premio Especial del Jurado. Con una exquisita y simple belleza visual y una preciosa banda sonora compuesta por el grupo madrileño Tulsa, Los exiliados románticos sumerge al espectador en un roadtrip veraniego lleno de color y de ligereza, tan espontáneo como pudo llegar a ser su rodaje, que se iba decidiendo sobre la marcha.

La película capta el viaje de tres amigos a Francia en busca del amor o de la estúpida idea que tiene cada uno de este. Lejos de las pastelosas comedias románticas estadounidenses, cada relación que Trueba nos cuenta a través de Vito, Luís y Franceso (y de las respectivas mujeres a las que buscan: Vahina, Isabelle y Renata) es tan real como ligera, llenas de verdad y de magia. El espectador sigue la película como lo que es, un público, una figura externa, un extraño que observa desde fuera y que, justamente por eso, a veces, no llega a entender las bromas internas de los personajes, pero que comprende a la perfección el ambiente de estos tres amigos (que no dejan de recordarnos a esos Cuatro amigos de la novela de David Trueba, tío de Jonás). Los exiliados románticos se convierte en un retrato generacional cargado de vitalidad de una juventud que empieza a entrar en la madurez.

El tema principal del filme es, cómo no, Oda al amor efímero del último álbum de Tulsa, canción cuyo principio (“Podría pasarme la vida lamiéndome las heridas y aún no cicatrizarían.”) se nos presenta dos veces antes de poderlo escuchar definitivamente. Y es que en esta película la banda sonora está tan integrada al argumento que Miren Iza forma parte de la historia hasta el punto de aparecer en el mismo viaje, hecho que genera situaciones tan surrealistas como cuando los personajes ven su coche siguiéndoles y se ponen a cantar junto a ella esa Oda al amor efímero.

Los exiliados románticos es, pues, un canto a la ligereza de la vida, a la levedad del amor y de la juventud. Pese a estar llena, quizás demasiado, de referencias cultas, la película es un despliegue de situaciones cómicas, incluso patéticas (como la escena en los jardines de Luxemburgo) que acaban creando en el espectador una sensación de vitalidad que pocos filmes tan sencillos consiguen lograr.

Dirección y guion: Jonás Trueba

Fotografía: Santiago Racaj

Música: Tulsa

Producción: Los Ilusos Films

Duración: 1h 10min

Reparto: Vito Sanz, Renata Antonante, Francesco Carril, Isabelle Stoffel i Luis E. Parés.