FEBRERO. SERVANT
Pues sí, como éramos pocos...más plataformas. A finales de 2019 llegaba a nuestras agobiadas pantallas Apple TV + prometiendo muchos nombres importantes en sus producciones y series semanales. Los grandes nombres no se hicieron esperar, entre ellos, el de Michael Night Shyamalan como productor ejecutivo (no creador) y director de dos capítulos de una serie tan malrollera como sorprendente: Servant.
Premisa un tanto manida, los Turner contratan como interna a una niñera joven y mojigata para cuidar de su primogénito. Todo normal para un matrimonio rico en una casaza de Nueva York, el problema es que el niño es un muñeco reborn, placebo usado para que la madre supere el trauma de la pérdida de ese primogénito. ¿Sienten ya como la fría brisa les acaricia el cuello?
El creador de la serie es el británico Tony Bagallop, más conocido por series policíacas como Inside Men. Bagallop ha creado una historia que va que ni pintada para que Shymalan se luzca y deje su sello en la dirección del primer episodio (también dirige el noveno), que creo es el que marca el ritmo narrativo de toda la serie.
Como tanta gente, siempre he tenido una relación de amor-odio con Shyamalan, de sobra son sabidos los bodrios que ha perpetrado, pero nadie puede discutirle su capacidad tan personal para contar historias. Después de varios batacazos en taquilla y crítica, el director de origen hindú volvió a encontrarse a sí mismo en 2015 con una pequeña película que, al igual que Servant, transcurría prácticamente en un único escenario: “La visita”. En ella, una pareja de ancianos invitaban a sus nietos a su casa para hacerles sentir miedo y desazón a partes iguales. Esa misma sensación es la que Servant intentará meternos en el cuerpo.
Y es que si hubiera que buscar un género para ubicar a esta serie, aparentemente sería el de terror. Una casa, una tragedia, una niñera misteriosa; pero la atmósfera de la historia se mueve por otros derroteros, más en la línea de ese subgénero angustioso que tanto está pegando en los últimos años y que encuentra en Ari Aster y su Midsommar a su máximo exponente. No hay sustos en Servant, pero sí una realización que está al servicio del suspense y el misterio. La dirección juega mucho con lo que el encuadre no nos cuenta y con mucho plano detalle que parece invitarnos a que intentemos sentirnos parte de esa casa que respira mal rollo. Añadamos a la coctelera una música muy cuidada en la que abundan los violines que rasgan a menudo la escena y una fotografía oscura pero sutil y ya lo tendremos todo para fruncir el entrecejo con incomodidad.
Caras británicas y conocidas en gran parte del reparto. Toby Kebbell es Sean Turner. Puede que el nombre no nos suene, pero era el protagonista del que para muchos es el mejor episodio de Black Mirror: Toda tu historia. Su esposa, Dorothy Turner, es interpretada por Lauren Ambrose (única no británica), otra mítica del mundo seriéfilo, Claire en A dos metros bajo tierra. La joven Nell Tiger Free, que ya fue Myrcella Baratheon en GOT, da vida a la niñera Leanne Grayson. Completa el póker de protagonista Ruper Grint (Ron Wesley), que interpreta al tío de la criatura, y que ha cambiado la varita mágica por botellas de buen vino e incontinencia verbal.
Dado que es en el primer capítulo donde sucede el giro que detona toda la historia, es muy difícil explicar cosas del desarrollo de la trama sin contar más de la cuenta. Teniendo en cuenta lo atractivo que resulta a veces un formato de capítulos de 35 minutos (son 10 en total), lo mejor es acercarnos a Servant sin muchas pretensiones, nos preparemos para la incomodidad y tengamos en cuenta que también recibiremos algunos momentos de respiro a cargo de toques de humor negro que se agradecen mucho. Ah, y si el final nos deja sin aliento y con cara de intentar dividir 257 entre 13, no preocuparse, hay segunda temporada confirmada.