ENERO. CAPÍTULO 0
A principios de siglo, muchos early veinteañeros nos juntábamos para ver un programa en el que unos chavales soltaban chorradas impresionantes y hacían sketches surrealistas que nos recordaban a Monty Python. Esas chorradas llevábamos años oyéndoselas a nuestros mayores, en nuestros pueblos, en nuestras casas, eran nuestras chorradas. A esos chavales a veces los veíamos por la ciudad, en cualquier bar, a cualquier hora (solían ser altas), también, de alguna manera, los sentíamos nuestros.
Ese programa que tanto nos marcó no era otro que La Hora Chanante, el resto ya es historia del humor de este país. No solo nos marcó a toda una generación, también marcó el panorama generacional humorístico, si no, pregúntense de dónde salen muchas expresiones que ahora escuchan como normales a tantísimos humoristas.
Tras su primer programa, los chanantes crearon formatos similares como Muchachada Nui o Retorno a Lilifor, pero también otros más arriesgados y, en mi opinión, injustamente infravalorados como la sitcom Museo Coconut. Tras una edición de los Goya en la que arrasaron con varios sketches (no la que presentaron Joaquín y Ernesto, olvidemos esa), recuerdo leer a gente comentar que si algún día se tomaran más en serio, podrían ser los Monthy Python españoles. No era necesario, pero creo que ese momento ya ha ocurrido.
El pasado 2018, Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes se lanzaron con un proyecto tan valiente como irreverente para Movistar. Se trataba de una serie antológica de 5 episodios en el que cada uno consistía en el capítulo piloto de ficciones inexistentes. La primera temporada transcurría entre la parodia y las referencias al séptimo arte. Desde un cruce entre Seven y los restaurantes de las afueras hasta un homenaje a Star Trek con toques de mockumentary. Mismo surrealismo, distinto formato, menor factura. A pesar de que Ernesto y Joaquín estuvieran solos al frente del proyecto, sí que pudimos ver a casi todos los chanantes restantes en la actuación.
Es ahora, con la segunda temporada, cuando Ernesto y Joaquín han subido el listón. La serie no solo mejora en términos de producción con la dirección de Ernesto Sevilla de todos los capítulos, también la escritura parece estar a otro nivel, no sé si por el callo de la primera temporada. Gran parte de culpa del nivel de los guiones de esta segunda temporada la tiene Miguel Esteban, con quien ya contaron en la primera temporada. Miguel Esteban es la mitad del tándem formado por él y por el también albaceteño Raúl Navarro (Albacete, menuda cuna de talento). Esta pareja nos ha dado joyas como El fin de la Comedia y la reciente El Vecino, de Netflix, está claro que no van a dejar de petarlo.
Esta vez son 8 los capítulos que podemos degustar en VOD en la plataforma de Movistar y por tratarse de una serie antológica, nos podemos permitir el lujo de comentar ligeramente cada uno de ellos.
El primer capítulo, titulado Reyes, es una falsa biografía sobre Joaquín. Un exceso continuo lleno de nombres del panorama actual humorístico como Adriana Torrebejano, Broncano o Ignatius.
El capítulo dos es simplemente magistral. Silly Gardens es un cruce entre Grey Gardens y Qué fue de Baby Jane, con una auténtica estrella en estado de gracia, Miren Ibarguren. Desconozco si el hecho de que Miren también aparezca en los créditos de guion sea por la improvisación o por haber trabajado en la escritura del mismo, ambas cosas me cuadran.
En el tercer capítulo, Terremoto, se vuelve a tirar del surrealismo puro. Se trata de varias historias conectadas por un seísmo que parten de premisas cómicas al estilo Stand Up como ¿qué pasaría si un exorcista solo quisiera comer bien en sus trabajos? O ¿y si un perro parlante viera desaparecer a su dueña? Aquí encontramos de nuevo caras conocidas como la de Hugo Silva o Manolo Solo.
El cuarto capítulo es la verdadera obra maestra de la temporada. El Pez dorado es un capítulo sacado del universo Lynch que nos explica de forma ficticia los increíbles pero reales, recalco lo de reales, pasos en la carrera de Nicholas Cage hasta lograr el Óscar. ¿Por qué nadie había hecho nada con ese material antes?
En la quinta entrega, Sobredosis de amor, encontramos el primer gran homenaje al mundo chanante. Los más fans recordarán el maravilloso hit de la gran estrella de la canción Borja Sisante. Aquí es Kira Miró la que está francamente bien junto a un actor de telenovelas llamado Joaquín Reyes.
El sexto capítulo continúa subiendo el nivel, Dinamarca, una historia de espías al estilo de El topo o El tercer hombre con un diseño de producción maravilloso y con la presencia del gran (en todos los sentidos) Javier Botet y de Fernando Rey.
En la Gran Zapatiesta, siguiente capítulo, volvemos al mundo chanante; Joaquín haciendo de faltimer, Ernesto como Marlo y Aníbal Gómez es Cristian en un programa de testimonios al estilo Cuéntaselo a Asun, aderezado con Arturo Vals y con Jorge Ponce, maravilloso.
Y llegamos al fin de temporada con un episodio sorprendente, divertido y hasta en ocasiones emotivo. Pablo Chiapella (sí, otro albaceteño) acompaña a David Verdaguer en una road movie navideña para encontrarse con Joaquín Reyes en el papel del padre de Ernesto Sevilla. Aquí asistimos a un repaso de las bizarradas del padre de Ernesto, entre lo real y lo ficticio, a sabiendas de que habrá mucho real. Imaginen lo que nos impacta a algunos (maestros de profesión) ver esa figura en pantalla si decimos que estuvo siempre muy atada a la educación en la provincia de Albacete, bizarro es poco. Hay que destacar también lo de David Verdaguer, qué difícil es encontrar un trabajo en el que no destaque.
Personalmente echo de menos la presencia en esta segunda temporada de algún que otro chanante más, como Raúl Cimas, que sí estuvo en la primera y últimamente parece especialmente tocado por los tentáculos de la diosa de la comedia. Imagino que para ellos debe ser complicado cuadrar agendas y proyectos, y es que hay una cosa que nadie podrá negar nunca a los chanantes, su capacidad para reinventarse. Actuación, dirección, stand up. Como diría Joaquín, cuánto han crecido esos guachos que salieron de su Albacete natal con la maleta llena de sueños.