BOYHOOD

Texto: Carmen Blanco

“¿Sabes eso que se dice de aprovechar el momento? Empiezo a pensar que es al revés. Que el momento se aprovecha de nosotros”

Con este magnífico diálogo se podría resumir en pocas palabras sobre lo que Richard Linklater ha querido reflexionar en “Boyhood (momentos de una vida)”. Esta película, rodada a lo largo de doce años (2002-2013), aunque solo 39 días de rodaje, explora, como ya antes lo hiciese Linklater en su trilogía del “Antes”, la naturaleza del tiempo. Ese periodo constante, que nunca para, que siempre está aquí. Y que un segundo después, ya ha pasado. Boyhood es una oda al tiempo, al cine y a la vida. Pero sobre todo es un homenaje a la infancia. Y por ello, a la más honda y sincera nostalgia.

Linklater nos cuenta la historia de Mason, un chico de seis años que vive con su madre y su hermana y al que veremos crecer con el paso de los años. El filme, que dura casi tres horas, no tiene una estructura predeterminada propiamente dicha, ni contiene ningún giro escrupulosamente innovador. Solo asistimos a la vida de unos personajes, a su rutina diaria. Pasamos los minutos y las horas acompañándolos. Sin embargo, que la película no tenga unas bases estructurales tradicionales, no significa que su ritmo sea pesado, sino todo lo contrario. Acompañamos al protagonista en su relación con su madre, con su hermana, con su itinerante y cañero padre, en las usuales mudanzas, en los impredecibles padrastros, en los fracasos, en los primeros amores, en sus sentimientos, en fin, viajamos con Mason hacia su madurez, que no significa otra cosa que la muerte de la infancia. Y todo ello lo hacemos sin despegar los ojos de la pantalla, porque Linklater juega con la baza más fuerte que nos puede dar el cine: la IDENTIFICACIÓN. Todos hemos sido Mason. Y aún más si pertenecemos a la primera generación tecnológica tan bien reflejada en la película.

El relato es rico en muchos sentidos, y es que el director nos cuenta la apariencia y el fondo de una generación, de una década. Para ello se sirve de recursos como el primer avance tecnológico, la música, las modas e incluso la política. Esto provoca que la propia historia pase por la película, situando al espectador y reflejando con maestría una etapa, identificable y experimentada por el espectador, porque es el pasado más reciente.

Pero si hay algo con lo que Boyhood juega de manera magistral es con la emoción. Nos conmueve con sus capítulos acumulativos formando un todo que logra crearnos un nudo en la garganta que perdura horas y días después de su visionado. La familia es importante en el relato, es el eje vertebral. En este sentido, se muestra con verdadera fidelidad, y a veces con una naturalidad que incluso llega a asustar, cómo el concepto de familia ha ido evolucionando a lo largo de los años. También revela la dinámica de los adolescentes de hoy en día, de los hijos de la tecnología, que huyen del nido en lugar de relevar o ejemplificar al cabeza de familia, también porque ni siquiera hay un cabeza de familia bien definido.

Y como no, el director se mueve a través de ese mecanismo que ha modificado por completo nuestra sociedad actual y que no es otro que el estrepitoso avance tecnológico de la última década. Linklater logra introducirlo en el relato con extrema sencillez. Al igual que el “fenómeno bestsellers” juvenil tan presente años atrás. Linklater lleva como bandera la espontaneidad y la naturalidad, pero sobre todo la identificación para conseguir un éxtasis de emoción en el espectador. ¿Y para qué vamos al cine si no es para emocionarnos?

Cabe mencionar que un medio importante para llegar a este maravilloso resultado son las interpretaciones, todas ellas matizadas a lo largo de esos doce años. Ethan Hawke, Patricia Arquette, Lorelei Linklater (hija del director)… todos están fabulosos, pero es Ellar Coltrane, el protagonista, el portavoz de una historia que observamos a través de sus penetrantes ojos y cómo éstos van cambiando a lo largo del tiempo, de la inocencia a la madurez. Coltrane nos encandila y queremos que gane la estatuilla grande, porque sin duda, lo merece.

“Boyhood (momentos de una vida)” convierte a Richard Linklater en un genio del séptimo arte, porque con ella ha demostrado la verdadera esencia del mejor cine. Ha creado una de las mejores películas de los últimos tiempos y es que como Mason reflexiona en una de las escenas: el momento es como que siempre es ahora mismo. Y Boyhood ocupará un espacio “para siempre” en nuestro corazón.

País:EEUU Género:drama Duración:165 minutos.

Director:Richard Linklater Guión:Richard Linklater

Fotografía:Lee Daniel, Shane Kelly Reparto:Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke,

Lorelei Linklater, Jordan Howard, Tamara Jolaine, Zoe Graham.